Dios es tu Padre
Dios es tu Padre

Dios es tu Padre

I. Todos hemos tenido un padre. (Mt 7:11)

Todos los seres humanos tuvimos en algún momento un padre aunque no le hayamos conocido. Todos, sin excepción alguna, tuvimos un padre biológico del cual heredamos parte de su ADN. Quizá para algunos sea difícil aceptar esa paternidad porque nunca tuvimos la oportunidad de conocerle durante nuestra niñez por alguna razón. Tal vez nunca le conocimos porque murió cuando éramos pequeños o inclusive cuando aún estábamos en el vientre de nuestra madre, o quizá nos haya abandonado en nuestra niñez o tan solo fue un simple donante. Pero sea que le hayamos conocido o no, sea que hayamos pasado tiempo de calidad con él o no, todos fuimos marcados significativamente en nuestra vida emocional y espiritual por ese padre que conocimos o que nunca conocimos.

II. Todos hemos sido marcados por nuestros padre. (Salmo 27:10)

La relación que tengamos o hayamos tenido con nuestro padre nos ha marcado en aspectos de nuestra vida y de como nos relacionamos con otros y con Dios en maneras que no nos imaginamos. Quizá físicamente siempre hemos tenido un papá, pero emocionalmente no lo hemos tenido. Quizá siempre hemos tenido un padre proveedor de lo material, pero no de lo emocional. Quizá proveyó lo material pero nunca nos dijo que nos amaba. Quizá proveyó el alimento, pero nunca estuvo ahí para escucharme y darme un consejo. Quizá siempre vimos a nuestro padre en las cuatro paredes de nuestra casa, pero en realidad compartimos muy poco tiempo especial con él. Quizá nuestro papá pasaba más tiempo frente al televisor que con nosotros. Quizá para él era más importante pasar tiempo con los amigos, que un cumpleaños o el día del padre conmigo. Quizá nuestros padres nos marcaron hasta tal punto que tenemos un hijo(a) abandonado(a), lastimado(a) y maltratado(a) en nuestros corazones. Quizá nos marcaron hasta tal punto causándonos temor e inseguridad en nuestras vidas. La marca que nos han dejado nuestros padres quizá han creado mecanismos de defensa o patrones de vida que nos hacen sufrir o nos destruyen.

Pero nos solamente las marcas producidas por nuestro padres quizá han sido negativas sino que también, a pesar de sus errores e imperfecciones, nuestros padres han sido un instrumento de Dios que con su sola presencia y su esfuerzo han traído seguridad a nuestros corazón y provisión a nuestra casa. El esfuerzo y sudor con el que se han desgastado por años, en sus trabajos donde no les podemos ver la mayor parte del tiempo, ha procurado nuestro cuidado y nuestra provisión, por lo tanto debemos honrarlos como el Señor nos demanda ya que es muy fácil juzgarlos desde nuestra perspectiva sin entender la relación que ellos tuvieron con sus padres y las circunstancias que envolvieron sus vidas y sus trabajos.

III. Estamos llamados a honrar a nuestros padres aunque nos hayan fallado. (Mt 15:4, Ex 20:12)

Los mandamientos de Dios se han establecido para que nosotros los obedezcamos a pesar de nuestras propias emociones y opiniones. Los mandamientos de Dios se han establecido para nuestro bienestar y no por capricho divino. Dios nos ha mandado a que honremos a nuestros padres y esto implica perdonarlos y procurar su bienestar a pesar de sus pecados pasado. En nuestro humano egoísmo se nos es difícil recordar que nuestros padres también tuvieron padres y quizá ellos no saben expresarnos amor porque sus padres no supieron expresarle amor a ellos. También quizá nuestros padres se hayan relacionado con nosotros de la misma manera que sus padres se relacionaron con ellos por que ese fue el único modelo que conocieron. Solamente cuando empezamos a ser padres y empezamos a enfrentar las adversidades y responsabilidades de la vida se nos empieza a hacer más fácil comprender a nuestros padres.

III. Muchos no saben ser hijos porque sienten que realmente no han tenido un padre. (Salmo 27:10)

Quizá sentimos que no somos hijos deseados por nuestros padres porque fuimos concebidos en fornicación o en adulterio. Quizá nos dijeron que no fuimos deseados. Quizá nuestros padres nunca tuvieron tiempo para nosotros y fuimos criados por nuestros abuelos o por la empleada. Quizá estuvimos en un internado o la pasamos la mayor parte de nuestra infancia bajo la cobertura de otros que no eran nuestros padres. Quizá nos abandonaron o regalaron cuando eramos unos bebes. Quizá sufriste algún tipo de abuso en tu niñez y no hubo un padre para protegerte. Un pasado doloroso, palabras hirientes, traumas en nuestra niñez pueden ser marcas en nuestra vida que no han logrado sanar y hoy estén afectando nuestra autoestima y nuestra identidad de hijos o hijas de Dios. Quizá no sepamos comportarnos como hijos o hijas porque en nuestro corazón nunca lo fuimos. Quizá nuestras heridas y recuerdos del pasado no nos permiten relacionarnos con Dios como hijos y entender su amor y su gracia.

IV. La imagen de nuestro Padre celestial quizá ha sido dañada por nuestro padre terrenal. (Salmo 27:10)

Satanás aprovecha para comparar a tu Padre Dios con tu padre terrenal, humano e imperfecto. Si no nos sentimos amados por nuestro padre terrenal entonces dice que Dios no nos ama. Si nuestro padre terrenal se enojaba con nosotros cuando fallábamos, entonces nos dice que Dios está enojado con nosotros ante el más mínimo pecado que cometemos. Si enfrentamos retos en la vida solos entonces nos dice que Dios no está con nosotros.

Quizá tengamos miedo de que Dios sea nuestro Padre, porque nuestros padres terrenales nos fallaron. Quizá nos da miedo que Dios sea nuestro Padre porque no queremos tener una mala relación con Él como la que tuvimos con nuestros padre humano e imperfecto. Quizá nos da miedo que Dios sea nuestro padre porque no queremos que Él nos abandone como nos abandonó nuestro padre terrenal.

Algunas mujeres buscan en un hombre ese padre que nunca encontraron. Tratan de encontrar la ternura y el amor que nunca encontraron en su padre. Normalmente lo buscan en un hombre que les brinda una aparente seguridad (como la económica o alguien que refleja autoridad) que no encontraron en sus padres.

Nuestro Padre celestial es diferente a nuestro padre terrenal. El nos ama aunque le fallemos. Seguimos siendo sus hijos aunque le fallemos. Nuestro Padre celestial se ocupa de nuestras necesidades sin importar que insignificantes sean para nosotros. Dios nuestro Padre es incondicional. Siempre está disponible para nosotros sin esperar nada a cambio. Siempre está ahí para protegernos. Siempre está dispuesto a proveernos lo material y todo lo que necesitamos en cada una de las áreas de nuestra vida.

V. Dios decidió ser tu Padre desde antes que tú nacieras. (Salmo 139:13-16, Isaías 64:8)

Dios decidió ser tú Padre desde antes que nacieras. El no hizo de ti su hijo o hija porque te vio en orfandad o en desamparo. Te escogió y amó desde antes de tu nacimiento. Te conoció desde antes de formarte en el vientre de tu madre. La Palabra de Dios dice que tu embrión vieron sus ojos. Dios es tu Padre creador y formador. Él siempre te ha amado y desea ser tu padre y desea que tu seas su hijo o hija. El ADN de Dios hace parte de ti, tú fuiste creado a imagen y semejanza de Dios y aunque tú no le hayas conocido Él siempre te ha conocido, aunque no lo hayas sentido a tu lado Él siempre ha estado junto a ti aunque sea humanamente difícil de entenderlo, especialmente en los momentos adversos. Tenemos que entender en nuestro corazón que Dios nos aceptó como hijos, pero que también nosotros debemos dejar nuestro temor a un lado y aceptarlo a Él como Padre.

¿Ya aceptaste a Jesús como el Salvador de tu vida?

La Biblia nos dice en el libro de Romanos en el capítulo 3:23-24 que todos los seres humanos estamos condenados a estar separados de la gloria y la presencia de Dios por toda la eternidad a causa de nuestros pecados. Pero Dios, en su amor y misericordia hacia nosotros, nos regaló la salvación eterna gratuitamente, justificandonos mediante la redención que es en Cristo Jesús. Jesús murió por nuestros pecados, derramando su sangre en el madero para pagar por nuestras deudas y resucitó al tercer día dándonos vida eterna. La Biblia nos enseña que la salvación no es por obras humanas, no es a través de una religión o por medio de algo que pueda hacer el hombre. Tan solo podemos ser salvos por la gracia a través de la fe en el sacrificio de Jesucristo. Romanos 10:9-11 nos declara que si confesamos a Jesús con nuestros labios, creyendo en nuestro corazón seremos salvos. Todo aquel que en Él creyere será salvo y no será avergonzado.

Si todavía no has aceptado a Jesús como el Señor y Salvador de tu vida  y ese es tu deseo, puede hacerlo en este momento orando así:

Padre celestial, reconozco y confieso que soy pecador y me arrepiento de todos mis pecados. Te agradezco por amarme así tal cual soy yo; creo en tu hijo Jesús quien murió en la cruz por todos mis pecados y quien resucitó al tercer día para darme vida eterna. Señor Jesús confieso con mis labios y con mi corazón que creo en ti y te acepto como mi Salvador y mi Señor. Haz de mí la persona que tú quieras. Toma control absoluta de todas mis acciones. Gracias por la salvación y la vida eterna que me regalas. En el nombre del Señor Jesús. Amén.

Ahora que has aceptado al Señor Jesús busca una iglesia de sana doctrina donde se predique el evangelio de Jesucristo. Una iglesia sana (No hay iglesia perfecta) donde puedas conocer a Dios más profundamente y vivir en la libertad que te dio Cristo.

Pastor Edisson Otálvaro. 

Iglesia Cristiana la Cosecha, Phoenix, Arizona

lacosechaAZ@gmail.com