Puestos los ojos en Jesús
Puestos los ojos en Jesús

Puestos los ojos en Jesús

Hebreos 12:1-3

En nuestro caminar en la vida cristiana, como discípulos de Jesús, estamos llamados por Dios a tener continuamente nuestros ojos puestos en Jesús. La palabra de Dios, en el libro de Hebreos, después de enseñarnos en el capítulo 11 acerca de la fe, nos exhorta a correr en fe y con paciencia en la carrera que tenemos por delante, teniendo los ojos puestos en Jesús todo tiempo, siguiendo así el ejemplo de nuestro Señor y Salvador Jesucristo quien nunca puso la mirada en el sufrimiento o la adversidad cuando entregó su vida en la cruz por amor a nosotros. En la vida cristiana nuestra fe es puesta a prueba continuamente y somos movidos a diario a vivir por emociones y por lo que ven nuestros ojos y no por fe, pero si perseveramos en nuestra fe y no quitamos la mirada de Jesús la recompensa estará esperando por nosotros.

La Biblia nos enseña que:

1. Estamos llamados a poner los ojos en Jesús no a poner los ojos en las adversidades.

Jesús y su Palabra no nos prometen que no habrán pruebas y adversidades. Al contrario, la Palabra de Dios nos enseña que tendremos pruebas y adversidades, pero, al contrario, lo que el Señor Jesús si nos prometió es que él siempre iba a estar con nosotros. Todos tenemos que enfrentar dificultades en diferentes etapas de nuestra vida, sea a causa de las consecuencias de nuestros actos o pruebas que tenemos que pasar como hijos de Dios (I Pedro 1:6-7; I Pedro 4:12) y en esos momentos de adversidad nuestra fe muchas veces parece debilitarse y nos parece que la situación que enfrentamos es más grande que el poder de Dios, pero si quitamos la mirada de la adversidad y ponemos nuestra mirada en Jesús vamos a poder ver su soberanía y su gran poder. Entonces nuestra fe se fortalecerá y podremos ver como su amor y misericordia actúa a favor de nosotros,

2. Estamos llamados a poner los ojos en Jesús no a poner los ojos en los afanes del mundo.

La vida está llena de responsabilidades, sueños y afanes en los cuales tenemos que invertir continuamente de nuestro tiempo y de nuestra energía, haciéndose fácil para nosotros, a causa de las ocupaciones de la vida, caer en la trampa de los afanes que distraen nuestra mirada y nuestro corazón de Jesús. La Palabra de Dios nos enseña de cuidar de nuestro corazón y no caer en la trampa de llenar nuestra vida de ansiedades, temores y deseos por las cosas materiales y a no depositar nuestra felicidad y seguridad en lo que tenemos hoy y en las cosas por venir (Mateo 6:34). Es necesario, como hijos e hijas de Dios, tener los ojos puestos en Jesús cada día de nuestra vida, haciendo de Jesús el centro de todo en medio de los afanes y responsabilidades que tenemos que enfrentar continuamente. Si sabemos hacerlo, la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento será una realidad en nuestra vida y el temor, la depresión y ansiedad no tendrán cabida en nuestros corazones.

3. Estamos llamados a poner los ojos en Jesús no a poner los ojos en los errores nuestros o de los demás.

Una vez hemos encontrado la salvación en el sacrificio de Jesús y nuestras vidas han sido llenas del Espíritu Santo y del gozo de su salvación, solemos equivocarnos al pensar que nunca más tendremos que enfrentar tentaciones en la vida y de que la iglesia de Cristo donde nos estemos congregando está llena de perfección. Si pensamos así, teniendo esas faltas expectativas, será muy fácil desanimarnos en el camino del señor una vez nos enteremos de que aún tenemos que luchar con tentaciones y problemas en nuestro carácter, o será muy fácil desanimarnos en la vida cristiana cuando empecemos a ver los errores y defectos de nuestros líderes y hermanos en Cristo. Es por eso necesario que como hijos e hijas de Dios tengamos siempre los ojos puestos en Jesús para que nuestra fe, confianza y expectativas estén puestas solamente en Jesús, quien es misericordioso y perfecto, y no en nosotros mismos o los hermanos y hermanas en Cristo quienes estamos llenos de defectos. Al final debemos entender que Dios no está buscando hombres y mujeres perfectos, sino hombres y mujeres que se rindan a sus pies para ser perfeccionados. (II Corintios 4:7)

¿Ya aceptaste a Jesús como el Salvador de tu vida?

La Biblia nos dice en el libro de Romanos en el capítulo 3:23-24 que todos los seres humanos estamos condenados a estar separados de la gloria y la presencia de Dios por toda la eternidad a causa de nuestros pecados. Pero Dios, en su amor y misericordia hacia nosotros, nos regaló la salvación eterna gratuitamente, justificandonos mediante la redención que es en Cristo Jesús. Jesús murió por nuestros pecados, derramando su sangre en el madero para pagar por nuestras deudas y resucitó al tercer día dándonos vida eterna. La Biblia nos enseña que la salvación no es por obras humanas, no es a través de una religión o por medio de algo que pueda hacer el hombre. Tan solo podemos ser salvos por la gracia a través de la fe en el sacrificio de Jesucristo. Romanos 10:9-11 nos declara que si confesamos a Jesús con nuestros labios, creyendo en nuestro corazón seremos salvos. Todo aquel que en Él creyere será salvo y no será avergonzado.

Si todavía no has aceptado a Jesús como el Señor y Salvador de tu vida  y ese es tu deseo, puede hacerlo en este momento orando así:

Padre celestial, reconozco y confieso que soy pecador y me arrepiento de todos mis pecados. Te agradezco por amarme así tal cual soy yo; creo en tu hijo Jesús quien murió en la cruz por todos mis pecados y quien resucitó al tercer día para darme vida eterna. Señor Jesús confieso con mis labios y con mi corazón que creo en ti y te acepto como mi Salvador y mi Señor. Haz de mí la persona que tú quieras. Toma control absoluta de todas mis acciones. Gracias por la salvación y la vida eterna que me regalas. En el nombre del Señor Jesús. Amén.

Ahora que has aceptado al Señor Jesús busca una iglesia de sana doctrina donde se predique el evangelio de Jesucristo. Una iglesia sana (No hay iglesia perfecta) donde puedas conocer a Dios más profundamente y vivir en la libertad que te dio Cristo.

Pastor Edisson Otálvaro. 

Iglesia Cristiana la Cosecha, Phoenix, Arizona

lacosechaAZ@gmail.com