Iglesia cristiana
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En busca de Jesús

Lucas 19:1-10

El Evangelio de Lucas nos cuenta acerca de un hombre rico y pequeño en estatura llamado Zaqueo. Zaqueo no era una persona querida o admirada en su entorno debido a que su profesión, de recaudador de impuestos para el imperio romano, era considerada como traición a la patria para muchos en su país. Zaqueo junto a los publicanos recaudaba impuestos para el imperio romano que tenía subyugada a Israel política, económica y militarmente en ese contexto histórico y a  Zaqueo aparentemente poco le importaba la opinión de los demás. Zaqueo no era un hombre que en apariencia necesitara a Dios o un milagro de Dios, pero el milagro que él recibió en su vida de parte del Señor Jesús, aunque no fue un milagro visible como la sanidad de un cojo o de un paralítico, no dejó de ser un milagro maravilloso plasmado en la Biblia.

Zaqueo no desaprovechó la oportunidad de encontrarse con Jesús. (Lucas 19:1-3)

El Señor Jesús había llegado a Jericó y tras Él había llegado una multitud a encontrarle. Una multitud, que como siempre, habría traído consigo curiosos, contradictores, necesitados, verdaderos discípulos y entre ellos estaba Zaqueo que no estuvo desapercibido ante la presencia de Jesús.

Zaqueo procuró con insistencia encontrarse con Jesús. (Lucas 19:3)

El Evangelio de Lucas nos narra que Zaqueo procuraba con insistencia ver a Jesús, pero a causa de su poca estatura y de la multitud de gente se le hacía imposible. Zaqueo no solo se veía obstaculizado para encontrarse con Jesús a causa de sus propias limitaciones, sino también a causa de aquellos que se oponían en su camino. La historia de Zaqueo se repite a diario en la vida de muchos hombres y mujeres que a causa de su pequeñez mental o sus propios temores y limitaciones se les dificulta buscar y abrirle la puerta de su corazón al Señor Jesús y cuando lo hacen encuentran oposición en sus amigos, familiares e inclusive otros cristianos que con su mal testimonio se oponen como una multitud para que tengan ese encuentro con Jesús.

Zaqueo no se rindió ante la multitud o ante el desánimo de su corazón. (Lucas 19:4)

Zaqueo al contrario de rendirse o conformarse decidió ir en contra de la multitud y de sus limitaciones, y corrió y se subió a un árbol que producía alimento para cerdos. Siendo un hombre poco querido, pero respetado, no le importó el qué dirán con tal de encontrarse con su Salvador.

Obedeció para encontrarse con Jesús. (Lucas 19:5)

El esfuerzo de Zaqueo no fue en vano. Las escrituras nos narran de que había una multitud rodeando a Jesús y que Él puso la mirada, no en aquella multitud, sino en el corazón de aquel hombre que lo estaba buscando esforzadamente con un corazón sincero. Jesús le llamó y Zaqueo descendió aprisa con gozo y no pospuso su encuentro con Él. Jesús le dio dignidad al comer en su casa. La Biblia nos enseña acercaos a Dios y Él se acercará a vosotros (Santiago 4:8-a) y también dice  que el que se humilla será exaltado. (Mateo 23:12-b)

Zaqueo fue transformado al encontrarse con Jesús. (Lucas 19: 6-10)

La vida de Zaqueo fue transformada al encontrarse con Jesús. El Evangelio de Lucas revela que Zaqueo Dio la mitad de sus bienes y prometió pagar con intereses si había defraudado a alguien. Zaqueo tuvo un encuentro personal y sobrenatural con el Señor Jesús y Dio testimonio de lo que Jesús había hecho en su vida al declararlo públicamente. Al Zaqueo encontrarse con Jesús su vida encontró sentido, los vacíos de su corazón fueron llenos y Zaqueo encontró la plenitud en Jesús que no había encontrado en las riquezas de este mundo.

¿Ya aceptaste a Jesús como el Salvador de tu vida?

La Biblia nos dice en el libro de Romanos en el capítulo 3:23-24 que todos los seres humanos estamos condenados a estar separados de la gloria y la presencia de Dios por toda la eternidad a causa de nuestros pecados. Pero Dios, en su amor y misericordia hacia nosotros, nos regaló la salvación eterna gratuitamente, justificandonos mediante la redención que es en Cristo Jesús. Jesús murió por nuestros pecados, derramando su sangre en el madero para pagar por nuestras deudas y resucitó al tercer día dándonos vida eterna. La Biblia nos enseña que la salvación no es por obras humanas, no es a través de una religión o por medio de algo que pueda hacer el hombre. Tan solo podemos ser salvos por la gracia a través de la fe en el sacrificio de Jesucristo. Romanos 10:9-11 nos declara que si confesamos a Jesús con nuestros labios, creyendo en nuestro corazón seremos salvos. Todo aquel que en Él creyere será salvo y no será avergonzado.

Si todavía no has aceptado a Jesús como el Señor y Salvador de tu vida  y ese es tu deseo, puede hacerlo en este momento orando así:

Padre celestial, reconozco y confieso que soy pecador y me arrepiento de todos mis pecados. Te agradezco por amarme así tal cual soy yo; creo en tu hijo Jesús quien murió en la cruz por todos mis pecados y quien resucitó al tercer día para darme vida eterna. Señor Jesús confieso con mis labios y con mi corazón que creo en ti y te acepto como mi Salvador y mi Señor. Haz de mí la persona que tú quieras. Toma control absoluta de todas mis acciones. Gracias por la salvación y la vida eterna que me regalas. En el nombre del Señor Jesús. Amén.

Ahora que has aceptado al Señor Jesús busca una iglesia de sana doctrina donde se predique el evangelio de Jesucristo. Una iglesia sana (No hay iglesia perfecta) donde puedas conocer a Dios más profundamente y vivir en la libertad que te dio Cristo.

Pastor Edisson Otálvaro. 

Iglesia Cristiana la Cosecha, Phoenix, Arizona

lacosechaAZ@gmail.com